A CUALQUIER INGRATA



















Admiraba tu rostro, amiga mía,
prendado de ti quedé de tal manera,
que siendo yo de hielo, como era,
en mi corazon una llama se encendía.


Sintiendo el fuego que en mi pecho ardía
intenté que acabara aquella hoguera
y por más que me negabas lo que yo quisiera
más el fuego en mi corazon se prendía.


Mi amor al fin te declaré vencido
y aquello para mi fue mi tortura
porque nunca mi amor fue comprendido.


Hoy que siento el dolor de mi locura
caminando en el mundo voy hundido
solamente pensando en tu hermosura.

1 comentario:

Anonymous dijo...

sigues estando triste.......